La Organización Mundial de la Salud la define como "el grado en que los servicios de salud para las personas y los grupos de población incrementan la probabilidad de alcanzar resultados sanitarios deseados y se ajustan a conocimientos profesionales basados en datos probatorios". Una atención en salud de calidad debe cumplir con estándares satisfactorios en las siguientes dimensiones:
Atención basada en investigación
Atención que reduce el tiempo de espera y demora
Atención que minimicen el riesgo del paciente
Atención que no varía de acuerdo a sexo, edad, etc.
Atención adecuada a preferencias, necesidades, etc.
Atención que maximiza los beneficios de los recursos disponibles
La calidad de atención en salud debe medirse para mejorar continuamente. Para ello, la prestación de servicios de salud debe estar basada en datos relevantes que consideren las necesidades y preferencias de los usuarios, es decir, tanto de los pacientes, las familias y comunidades.